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  • Foto del escritorGustavo Méndez Osorio

LA RELIGIÓN DE LOS ANTIGUOS COXCATLECOS.


Coxcatlan, Pue.- La teología del México prehispánico es interesante debido a su complejidad. De los periodos Preclásico y Clásico, tenemos pocos datos sobre este tema. No es igual con el Posclásico, ya que gracias, en gran medida, a los primeros evangelizadores y a otro importante grupo de cronistas, llegan hasta nuestros días los dioses, sus atavíos y sus fiestas de una manera explícita y ordenada.

Tehuacán era un centro religioso de gran importancia y que, lógicamente, daría el mismo matiz a las poblaciones vecinas. El tantas veces citado Motolinia, en su predicación por la región encontró varios adoratorios indígenas y en la opinión de nuestro fraile lo que sus ojos veían era porque: “Tenía el demonio en ciertos pueblos de la provincia de Tehuacan capellanes perpetuos que siempre velaban y se ocupaban en oraciones, ayunos y sacrificios; y de este perpetuo servicio repartían de cuatro años en cuatro, y los capellanes así mismo eran cuatro”.

El mismo autor documenta sacrificios y rituales de gran crueldad en estas tierras: “En Teoacan, y en Theutitlan y en Cozcaclan, que eran provincias de frontera y tenían guerra por muchas partes, también hacían muy crueles sacrificios de cautivos y esclavos; y en si mismos los tlamagazques, o papás mancebos, hacían una cosa de las más extrañas y crueles del mundo; que cortaban y hendían el cuero de la generación entre cuero y carne y hacían tan grande abertura que pasaban por allí una soga tan gruesa como el brazo de la muñeca, y en largo según la devoción del penitente; unas eran de diez brazas, otras de quince y otras de veinte; y si alguno desmayaba de tan cruel destino, decíanle que aquel poco ánimo era por haber pecado y allegado a mujer; porque éstos que hacían esta locura y desatinado sacrificio eran mancebos por casar, y no era maravilla que desmayasen, pues se sabe que la circuncisión es el mayor dolor que puede ser en el mundo”.

Afirmaciones locales sostienen que en Coxcatlán Viejo o Sansuanchi, fueron hallados Coatlicue y Xiuhtecuhtli, probablemente los ídolos principales de este centro religioso. Coatlicue era la madre de los dioses y una importante deidad de la tierra, la fertilidad, la sabiduría y la muerte. Xiuhtecuhtli es descrito de la manera siguiente: “este dios del fuego llamado Xiuhtecuhtli tiene también otros dos nombres: el uno es Ixcozauhqui, que quiere decir “cariamarilla”, y el otro es Cuezaltzin, que quiere decir “llama de fuego”. También se llama Huehuetéotl, que quiere decir “el dios antiguo”. Y todos le tenían por padre, considerando los efectos que hacía, porque quema, y la llama enciende y abraza. Éstos son efectos que causan terror. Otros efectos tiene que causan amor y reverencia, como es que calienta a los que tienen frío, y guisa las viandas para comer, asando y cociendo y tostando y friendo”.

Las estancias de Coxcatlán no podían estar exentas del culto, y por ende, documentándose las manifestaciones “paganas” o “gentiles” de la antigua religión. Se habla de Tlacochcalco, que quiere decir en nuestro común romance “arteros de guerra”, que haciendo de las lanzas una casa o enramada para “los demonios que adoraban en tiempo de su gentilidad le pusieron este nombre”. De Xuxutla Chimalhuacan, “Xuxutla” era el nombre de un sacerdote indígena y “Chimalhuacan”, eran los ruegos o ceremonias que el sacerdote hacia a sus dioses antes de ir a la guerra. Mazateopan, que quiere decir “venado adorado por iglesia”, porque los naturales mataron un venado y después lo adoraron como a un dios. Calipam es un caso demasiado interesante, “porque había un principal que aposentaba allí a los demonios, y así Calipam, quiere decir “Casa que alberga los demonios””, si entendemos que el “principal” del que se habla era una especie de sacerdote y que los “demonios” eran los antiguos dioses prehispánicos, entonces el asentamiento era sin duda un centro religioso, o mejor dicho, un templo religioso, de ahí que su nombre signofique “Casa en alto”.

Sobre los centros ceremoniales probablemente había cesado su uso formal de Tehuacán Viejo y Sansuanchi en 1540, cuando Motolinia dio cuenta de que los indios de los pueblos circundantes de Tehuacán llevaron sus ídolos al convento. Sin embargo, hay evidencia arqueológica en Coxcatlán de que el uso informal de los centros religiosos indígenas continuó después de la Conquista, a pesar de que no fueron mantenidos. Los entierros incinerados en las ruinas de los templos, indican que siguieron observándose las costumbres tradicionales de enterrar, aún después de abandonar los templos indígenas a favor de las iglesias católicas. Es probable que este uso informal hubiera terminado para el año 1569, porque entonces ya había un párroco en Coxcatlán.


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