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  • Foto del escritorGustavo Méndez Osorio

¿QUÉ ES UN “CHINTEPÓN”?


Recientemente conversando con una amiga que vive en la Ciudad de México salió una anécdota en la cual me narró su experiencia de verse con una amistad suya, misma que vestía una minifalda tan corta que no dejaba mucho a la imaginación, ella al verla exclamó –casi vienes chintepona–, para su asombró la chica antes de enojarse o sonrojarse solo preguntó qué significaba ese adjetivo calificativo de “chintepón” y en este caso su femenino “chintepona”.

Pues bien, esta palabra, como muchas otras, resulta tan común por nuestro rumbo que creemos que su uso es universal en nuestra lengua. Sin embargo dista mucho de serlo. Mas bien es un regionalismo, propio de algunas partes de México, su origen lo etiqueta como un “aztequismo”.

En mi pueblo el uso de este calificativo es tan común porque todos alguna vez hemos andado “chintepones”, incluso más de uno tiene por mote esta palabra. Decimos “está chintepona la situación”, afirmando que determinada acción se complica o es difícil. También comentan que fulanito o zutanito “es un chintepón” entendiendo que es una persona malvada o abusiva pero sobretodo que es una persona intrépida en determinadas circunstancias; muy parecido a la interpretación que Octavio Paz le dio a la palabra “chingón”, entendiendo que una “chintepón” hace actos imprevistos que producen la confusión, el horror o la destrucción.

Ya he dicho que la palabra es un aztequismo. Su origen está en la lengua náhuatl. Aunque hoy el vocablo resulta por demás corrompido del original. Proviene de la palabra “tzintámatl” traducida como glúteos, asentaderas o sencillamente nalgas. Unida a la palabra “tépon” que denota algo “corto”, de ahí que señalando que alguien trae el pantalón de una medida inapropiada a su tamaño necesario y que le queda cortó comentan que “está tepón el pantalón” mofándose que parece de “brinca charcos”. En la actualidad la pronunciamos con CH en vez de TZ para incorporarla en nuestro español diario. Así el original “tzintépon” da paso al moderno “chintepón”, traduciéndose como “corto de las nalgas”, es decir que su vestimenta es corta o poca en el área de las asentaderas, que está mostrando las glúteos, o sencillamente que está semi o completamente desnudo. De ahí que quienes se autocalifican como “chintepones” equiparan alguna acción realizada con la intrepidez o la osadía de salir en la vía pública mostrando sus partes nobles y sobretodo el gran valor o poco pudor necesarios.

Con semejante significado todos hemos andado chintepones alguna vez, sobre todo cuando éramos unos “coconetes”. Para no cometer el error que señalé al principio, diré que “coconete” también es una palabra de origen náhuatl, deriva de “cónetl”, o sea un “hijo bebé”, pluralizado en su idioma original duplicándole la primera sílaba, quedando “cocónetl”; que hoy adaptamos como “coconete” y su plural “coconetes”. Causa una risa agradable el escuchar por el rumbo frases tan redundantes como “allí andaban sus coconetitos chinteponcitos”.

Además de pronunciar palabras como tlaconete, tempolocate, noshotle, xóchitl, comal, tlecuile, pochocuile, que lejos de hablarnos de un idioma en desuso nos muestran la fusión cultural que tuvo la lengua en la que escribía sus novelas Cervantes con la lengua en que Netzahualcóyotl entonaba sus poesías. El náhuatl y demás idiomas prehispánicos legaron una gran herencia lingüística en nuestra cultura moderna. Ejemplo notable es la palabra con que nombraban a una bebida ritual de sabor agridulce preparada con cacao, el “xócotl atl” o “agua agría” que actualmente llamamos “chocolate” y que no solo pertenece al español como idioma sino que tiene presencia en todas las lenguas que se hablan en este limitado planeta que llamamos Tierra.


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