Juan Manuel Gámez Andrade | Cronista de la Ciudad Frida Khalo Calderón empezó su actividad como pintora en 1925, y fue precisamente en ese año cuando conoció a Alfonso Rouaix, ya que ambos asistían a la Escuela Nacional Preparatoria en la ciudad de México.
Ponchito, como le llamaba cariñosamente Frida, fue hijo del ilustre tehuacanero Pastor Rouaix, y de su esposa doña Rosa Villarreal, por lo que la relación entre la pintora y Tehuacán se dio a través de Alfonso, quien durante sus periódicas visitas a esta ciudad, es muy probable que haya invitado a Frida a la casa de los Rouaix, una modesta vivienda ubicada en la actual calle 4 Poniente.
En la fotografía vemos a Alfonso, cuando contaba con 18 años de edad y a Frida de 19, en la famosa Casa Azul, propiedad de la familia Khalo Calderón, localizada en Coyoacán, hoy convertida en museo; la gráfica fue impresa por don Guillermo Khalo el 2 de noviembre de 1926; en septiembre de aquel año Frida pintaría su primer autorretrato el cual dedicó a su novio, Alejandro Gómez Arias.
Alfonso Rouaix heredó la preclara inteligencia de su progenitor, aunque por desgracia murió en la plenitud de su vida a causa de un accidente, hecho que impactó profundamente a nuestro gran Constituyente, aunado a que fue su único hijo.
Hay que tomar en cuenta que la fama de Frida detonó después de su muerte, cuando la cantante de pop Madona adquirió una de sus pinturas y la ponderó de tal manera que atrajo la mirada internacional de la crítica, aunado a la controvertida relación de Frida como esposa del también pintor Diego Rivera.
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