Siguiendo la bella descripción de don Manuel Payno, “el mes de diciembre es un mes bendito (porque) las prácticas religiosas daban lugar a todo género de diversiones. Para el comercio era de consiguiente un mes maravilloso. Platerías, tiendas de ropa, vinaterías, cafés, fondas, y hasta la plaza del mercado tenían un movimiento excepcional, con motivo de las cuelgas, de las comidas espléndidas, de las cenas con que se terminaba cada noche la jornada de los peregrinos que caminaban a Belén”. Este año, muy triste ha quedado esta descripción de las tradiciones mexicanas, porque desde marzo todas las festividades se han cancelado, ensombrecidas por la pandemia; ahora predominan las esquelas de defunción en lugar de las tarjetas navideñas. El mundo sufre este terrible flagelo y México no es la excepción; según las manipuladas cifras oficiales, se han contagiado un millón 377 mil 217 personas y se han muerto 122 mil 26 en el país; pero según el The New York Times este registro esconde la verdadera dimensión de la tragedia porque el número de decesos es tres veces mayor. Estas cifras que horrorizan a propios y extraños, delatan la criminal política genocida del gobierno de la 4aT, que se ha negado irracionalmente a invertir en infraestructura de salud, a apoyar a las pequeñas y medianas empresas y a las familias confinadas; esto, a pesar de que el sistema hospitalario ha quedado rebasado y que la crisis económica se ha agudizado este año.
Imágenes desgarradoras proyectadas por los medios de comunicación en las que se ven a los pacientes morir a las puertas de los hospitales, en las ambulancias o deambulando en la búsqueda de un hospital donde puedan recibirlos para darles atención médica; enfermos sentados en sillas, acostados sobre el piso porque no hay ni camas. Ante esto, se alzan voces que se manifiestan por castigar a los funcionarios de salud por omisión y negligencia criminal y hasta han demandado en la Fiscalía General de la República al subsecretario Hugo López Gatell; aunque él, no es el único responsable; en administración pública la responsabilidad no se delega se comparte, y el principal responsable de los servicios públicos es el presidente de la república; pues, sin su consentimiento no se mueve ni la hoja de un árbol. A pesar de todo esto, todavía hay fanáticos morenistas que exonera al gobierno federal e inculpa a la población de los contagios y se lanza contra quienes exigen la aplicación de medidas que combatan y controlen la enfermedad pandémica; cabe aquí, aquello de que “yo bien conozco está sociedad mexicana que se traga bueyes y se escandaliza con un mosquito”, como también escribió Manuel Payno. Hoy el pueblo de México recibió como regalo de fin de año una vacuna adornada con un moño negro: el primer lote de las escasísimas 3 mil vacunas. Con bombo y platillo, armando gran alboroto publicitario la plana mayor de la 4T, busca echar humo en los ojos de los mexicanos para que se olviden de lo que se ha sufrido como consecuencia de los gravísimos errores del gobierno de López Obrador; quien de manera consciente escamoteo los recursos para dar prioridad a los programas gubernamentales electoreros. Si bien, la vacuna sirve para inmunizar y evitar la propagación del covid-19, no es la panacea para resolver todos los problemas económicos y sociales generados por los yerros de la 4T. Y aún en esto, de la compra de las vacunas, el gobierno se ha tenido que ceñir a las políticas impuestas por el imperio y a someterse a la guerra comercial impuesta por los mercados internacionales. Veamos: la vacuna norteamericana-alemana, Pfizer-BioNTech una de las que adquirió el gobierno federal, es la más caras, 20 dólares y exige una logística complicada y costosa de transportación porque la temperatura a la que debe conservarse, es de menos 70 grados centígrados; mientras que la vacuna rusa Sputnik-V puede transportarse a 8 grados centígrados, su presentación es seca (liofolizada), es decir, en polvo y es de las más económicas, 10 dólares. Se ha establecido una encarnizada lucha por los mercados y la 4T dócilmente se ha plegado a los designios de Norteamérica; además, ha monopolizado la compra y distribución de la vacuna y prohibido la intervención de la iniciativa privada y de los diez gobernadores de la Alianza Federalista, con el avieso propósito de especular políticamente con la distribución del fármaco; aunque esto implica, la ralentización de la aplicación de las vacunas y el consecuente mismo efecto en el desarrollo de la economía. Tendremos que esperar prácticamente un año para que el 80 por ciento de los mexicanos queden vacunados. Pareciera que de lo que se trata es de masificar la enfermedad pandémica para lucrar políticamente con la vacuna. Hoy adquiere verdadero sentido aquello de que la pandemia “le quedó como anillo al dedo a la 4T”. No obstante, ¿cuántas vidas más se perderán durante este año? El gobierno de López Obrador llegará al próximo año, arrastrando una estela de muerte en medio de la más grave crisis económica de los últimos cien años, en la que campearán a sus anchas el desempleo, el hambre y la muerte y ninguna campaña propagandística debe acallar el clamor de justicia y castigo para los responsables de este inmisericorde extermino. Con dedo flamígero los mexicanos señalarán a los responsables de esta tragedia en las elecciones del 2021.
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