Este 22 de octubre se cumplieron 103 años de un acontecimiento que para los tehuacaneros no es agradable recordar, pero que sin duda forma parte de nuestra historia y por ello lo debemos consignar.
Eran las 7:45 horas de aquel 22 de octubre de 1914, cuando más de mil hombres encabezados por los ex federales proclamados revolucionarios, Higinio Aguilar, Benjamín Argumedo, Juan Andrew Almazán y José Trinidad Ruiz, llegaron a los terrenos de la hacienda de San Lorenzo y del pueblo de Teotipilco con la intención de tomar la ciudad de Tehuacán, que era resguardada por un puñado de soldados comandado por el general Juan Lechuga, quien al ver la superioridad de los revolucionarios, optó por huir dejando a los tehuacaneros totalmente desprotegidos.
Al percatarse de ello Higinio y su gente iniciaron el saqueo, el ultraje, la leva y no dudaron en abrir fuego contra decenas de indefensos civiles que desesperados se armaron con pistolas y rifles de corto calibre para buscar repeler este artero ataque; para ello algunos subieron a las torres de las iglesias del Carmen y de la Parroquia, pero todo parecía inútil ante la superioridad numérica del enemigo. A las 10 de la mañana hubo un cese al fuego, pero una hora después se reanudaron las hostilidades, colocando los rebeldes dos ametralladoras en la hoy esquina de la 1 Poniente y 4 Sur, disparando contra aquellos que estaban en las torres de las iglesias y contra las personas que en esos momentos se atrevían a circular por esa zona. A las 3 de la tarde los ex federales reunieron en El Casino a las personas más acaudaladas de Tehuacán para exigirles la entrega de100 mil pesos en oro a cambio de detener la depredación, pero como sólo alcanzaron a darles 20 mil, los asesinatos y saqueos continuaron toda la tarde. Para las ocho de la noche el panorama era desolador: las calles presentaban un dantesco aspecto con cadáveres regados sobre la 2 Sur, 1 y 3 Poniente y Avenida Reforma Sur, en tanto los rebeldes continuaban dedicados al pillaje y al ultraje de mujeres. Esa noche nadie durmió tranquilo en Tehuacán, ya que unos se escondían temerosos de ser asaltados o asesinados, otros buscaban a familiares y amigos, y unos cuantos recogían en carretas los cuerpos esparcidos por las calles. El saldo de este trágico episodio fue de 42 civiles muertos, aunque se estimó que la cifra fue de más de 100. Antes de retirarse Aguilar, Almazán y demás compinches quemaron la estación del ferrocarril cuyos furgones estaban repletos de diversas mercancías. Este episodio resultó ser uno de los más negros de la historia contemporánea de Tehuacán.