En ocasión de celebrarse el Día del Maestro, con el presente artículo recordamos la abnegación y el sacrificio de aquellos hombres y mujeres que hace ya algunas décadas vertieron sus conocimientos en beneficio de la niñez y juventud tehuacaneras como auténticos apóstoles de la enseñanza y que ojalá sirvan de ejemplo para las nuevas generaciones de trabajadores de la educación. Para ello les presentamos un poco de la historia de la educación en nuestra ciudad.
En el año de 1791 el Dr. Juan Anselmo del Moral fundó la primera escuela pública en Tehuacán, que se ubicaba en la hoy esquina de avenida Reforma Sur y 3 Poniente, la cual era sostenida con recursos aportados por él mismo, aunque no he encontrado más datos sobre los profesores que ahí impartían clases.
Años mas tarde, gracias a la brillante idea de dar a nuestra nación el beneficio de la educación gratuita, emanada del gran Joaquín Fernández de Lizardi, mejor conocido como El Pensador Mexicano, el ayuntamiento de Tehuacán presidido por don Mariano Moar de Lozada, en sesión de Cabildo del 21 de enero de 1824, acordó abrir una escuela para niños que fuera sostenida con fondos municipales, instalándose ésta en la llamada Casa del Cabildo que entonces se encontraba en la actual esquina del portal Hidalgo y 1 Oriente. El director de esta primera Escuela Municipal fue el profesor Francisco Ricardo Ramos, quien percibía un salario de 300 pesos anuales. Las materias que ahí se impartían eran: Doctrina Cristiana, Urbanidad, Lectura de Libros Piadosos, Escritura por las reglas y métodos del Torio y Cuentas de las Cinco Reglas.
Para lograr que el sueldo del maestro fuera pagado a tiempo, el ayuntamiento convocó a las diferentes clases sociales en que se dividía Tehuacán en ese tiempo para que aportaran cierta cantidad de acuerdo a su categoría social; pero la respuesta fue casi nula y la autoridad se vio en la necesidad de pedirle al profesor Ramos su comprensión y su compromiso de no suspender sus cátedras cuando no pudieran remunerarle, a lo que éste aceptó gustoso, diciendo: “más gusto me da ver como la semilla sembrada en tierra fértil da frutos de inmediato. Ese es mi verdadero pago”.
A partir de entonces se inició la educación pública en Tehuacán con muchos tropiezos por la falta de dinero y por la apatía de muchos padres de familia para enviar a sus hijos a la escuela. Esto también repercutió en el cambio constante de director, tal y como lo demuestra la siguiente lista de profesores que dirigieron la Escuela Municipal de Niños de Tehuacán: 1825, José María López; 1826, Ángel Paredes; 1827, José Quintero; 1828, Manuel Velásquez; 1834, José María Ariza; 1836, Doroteo Francisco Osorno y José Doroteo Cardona; 1838, Domingo Calderón; 1839, Francisco Ponce; 1840, Cristóbal Medel; 1842, Mariano Gómez; 1843 Manuel Velásquez; 1845, Manuel Valverde de Castro.
En cuanto a las escuelas particulares, don Nicolás de Londais dirigió una en esta ciudad en 1855; este personaje fue el autor del Compendio de Gramática Castellana que cubrió toda una época en la enseñanza elemental.
En 1872 se hizo un intento por descentralizar la educación, instalando un colegio de instrucción secundaria en Tehuacán, pero todo quedó en eso. En 1877 el sacerdote español don Pedro S. de Aguirre se hizo cargo de la Escuela Municipal, pero las autoridades lo delegaron del cargo cuando éste pretendía trasladarla a un anexo de la Iglesia de San Francisco. Su lugar definitivo fue la parte oriente del Palacio Municipal a partir de 1868, cuyo espacio más tarde ocuparía la Escuela de Niñas.
En 1880 el entonces joven Pedro José de la Llave y Jiménez, que había cursado sus estudios elementales con el profesor Manuel Vidal, fundó en esta ciudad la que sería una de las escuelas mas importantes en la vida educativa de Tehuacán: El Liceo Guadalupano. Don Pedro J. de la Llave al no poder concurrir a las escuelas superiores en la capital del Estado, se volvió un consumado autodidacta, además de ser un magnífico escritor, poeta, orador y servidor público: un auténtico apóstol de la enseñanza. En 1922 fue declarado Decano del Profesorado en el Estado de Puebla, ya que con sabiduría y paciencia logró enseñar a más de 15 mil alumnos durante su fructífera carrera.
El último fraile franciscano, don Antonio de Varela estableció en 1889 la Escuela de Artes y Oficios que años después dirigió don Manuel Valderrama, cuyo apellido materno era Vargas. Esta fue otra de las instituciones educativas de mayor renombre en Tehuacán y su región, puesto que de ahí egresaron quiénes posteriormente fueron magníficos carpinteros, herreros, artesanos, Etc. Después de 1909, en que se clausuró esta escuela, el profesor Valderrama continuó con su fecunda labor educativa como director de la escuela particular Justo Sierra, distinguiéndose porque a pesar de ser de paga, ahí acudían un buen número de niños de escasos recursos que eran becados gracias al altruismo de este ameritado profesor quien en alguna ocasión se confesó enemigo de hacer negocio con algo tan sagrado para él como lo era la enseñanza.
La escuela municipal de niños Ignacio M. Altamirano tuvo excelentes profesores, destacando como Directores: Francisco Ricardo Ramos, Francisco González, Gabriel Gándara, Teodoro Mendiola, Gabriel Moreno, Manuel Valderrama Vargas, Joaquín Paredes Colín, Alfredo Méndez Ponce, Francisco Echeverría, Fidel Sosa, José María Medina, Bernardo Bedolla Zamora, Aarón N. Merino, Agustín Merino, Delfino Téllez, Aurelio Pérez, Velino Jiménez, Jesús Carreño, Samuel Pérez, Roberto Palacios Ortíz, Galación Pérez, Jesús López Aja, Roberto Oropeza Nájera y Porfirio L. Oropeza. Como ayudantes destacaron: Nicolás González Monterd, Willebaldo Gómez Castro, Mariano de la Torre, Rosalino Carrera, Cástulo M. Orea, Joaquín Paredes Román, Primitivo Andrew, Genaro de la Huerta, Efrén Domínguez, Gilberto Rodríguez, Manuel Leal, Carlos Merino, Rafael Fernández, Miguel Márquez, Eliseo Espinosa, José Marín, Willehado Guzmán, Marcelino Carrizosa, Agustín Merino Carrión, Hipólito Cruz Mendiola, Enrique Zavaleta, Rafael Bravo, Juan C. Pacheco, Celerino Rojas, Luis G. Arciniega, Luis García Velasco, Roberto Yáñez, Pablo W. Epardo, Prócoro Herrera, Albino Vargas, Ranulfo Lezama, Alberto Costilla, Emilio Fernández y Miguel A. Godinez.
En cuanto a la escuela municipal para niñas Josefa Ortiz de Domínguez destacaron como directoras las maestras: Luz Guadalajara, María Orduña, Dolores Montaño, Francisca Orduña y Francisca Orduña. Como ayudantes sobresalieron: Domitila Cervantes, quien fue la primera mujer en dar clases en la escuela de niños allá por 1906, Luz y Carmen Zárate Castellanos, Carmen Carrillo, Apolonia Martínez, María de la Paz Trujillo, María de la Piedad Peinado, Odila Fernández, Aurora Ezeta, Josefina Mejía, Francisca C. Vda. de Zayas, Elisa Tenorio, María Aguilar Hoppensted, Amalia Pérez, Carmen Monterde, Carmen Espinosa, Julia Cortés, Soledad Escalante, Teresa Tenorio, Ofelia Gil, Luz López, Soledad Castro Vda. de Rojas y María Luisa Rojas.
Para finalizar podemos citar a un excelente profesor oriundo del Estado de Oaxaca: don Porfirio O. Morales, quien fue un hombre visionario en cuanto a innovar los métodos educativos, ya que en 1920 fundó en esta ciudad un Instituto Politécnico, adelantándose mas de una década al de la ciudad de México, un hecho en verdad significativo.
Sin duda faltan de mencionar muchos nombres de eméritos profesores que aportaron la luz de sus conocimientos para iluminar el sendero de muchos hijos de esta tierra, pero creo firmemente que al leer esta pequeña semblanza cada quien recordará a su profesor o profesora que con cariño y paciencia nos mostraron no solo las primeras letras, sino el camino correcto para nuestro bienestar. ¡Ojalá y así sea! Felicidades maestros en su día.