En el mes de marzo de 1923 el prominente industrial yucateco don Álvaro F. Salazar junto con don Valentín Samaniego, representante personal del acaudalado hacendado español radicado en Tehuacán don Leandro Aldama, firmaron los contratos para la creación del fraccionamiento de los terrenos donde se asentaba el rancho denominado Los Hornos, ubicado entre la estación del ferrocarril y las haciendas El Riego y San Lorenzo, con la finalidad de llevar a cabo un ambicioso proyecto en el cual se contemplaba construir una pequeña ciudad estilo California y cuyo nombre sería Arcadia, dentro de una extensión de 980,000 mil metros cuadrados.
La idea del señor Salazar era hacer de Tehuacán (en su parte poniente) un Karlsbad mexicano y sobre todo fomentar la pequeña propiedad; para ello el visionario yucateco estableció un programa en el cual contemplaba contar con servicio de tranvías, luz eléctrica, agua potable, mercados modernos, además de un auditorio, una biblioteca circulante, un estadio deportivo, un gran hotel con balneario de lujo y un casino estilo Montecarlo.
En Ciudad Arcadia las calles serían de 10 metros, sus avenidas de 15, sus boulevards de 20 y sus banquetas de cemento y césped de 2 metros de ancho; sus manzanas de una hectárea y sus parques de 2 hectáreas de extensión. Los lotes se venderían exclusivamente para residencias y hoteles y no a más de dos personas para evitar el acaparamiento; quienes quisieran construir edificios, los deberían hacer estilo bungalow o chalet, además de embanquetar y macadamizar el frente de sus propiedades hasta el eje de la calle y no establecer industrias, comercios ni empresas que pugnaran con las buenas costumbres y salud de sus moradores.
Como podemos apreciar este proyecto fue realizado hace más de 86 años, y a pesar de ello actualmente creemos que sería la admiración de cualquier urbanista; en esa época don Álvaro Salazar fue objeto de severas críticas que rayaron hasta en burlas de quienes
–como siempre ha sucedido- se oponían a cualquier signo de progreso en Tehuacán; en contestación a estas criticas el señor Salazar dijo: “El costo de la vida en Tehuacán es relativamente bajo, por el hecho de ser una especie de puerto a donde convergen los productos de las extensas y ricas regiones mixtecas y de la sierra que la avecinan, además de que el Distrito de Tehuacán produce alfalfa, toda clase de cereales, variadas especies frutales, viñas, moreras y es el lugar más a propósito, dado su clima, para la avicultura, la apicultura, la sericultura y la ganadería”
Desafortunadamente para el señor Álvaro Salazar y para Tehuacán Ciudad Arcadia se convirtió al paso del tiempo en sólo una hermosa quimera que aún a tantos años de distancia emociona y conmueve a quienes conocimos este proyecto. Hoy en día, sobre todo porque su intención era buscar el mejoramiento de esta tierra verdaderamente pintoresca, con sus montañas azulinas de caprichosos contornos, pobladas de palomas y venados, de venerables ruinas y de misteriosas leyendas, como dijera en su momento este visionario yucateco.