La práctica del fútbol en nuestra ciudad se remonta a la década de los años veinte del siglo pasado. La cuna del balompié local fue un terreno adyacente a El Calvario, donde hoy se encuentra el parque Jardín Guadalupe. Desde entonces varias generaciones de tehuacaneros han hecho de este deporte una disciplina que persiste a la fecha, aunque con casi un siglo de existencia no ha podido consolidarse dentro del profesionalismo, llegando como máximo a la tercera división sin alcanzar el éxito deseado.
Ello no ha sido obstáculo para que la cantera local haya dado buenos futbolistas que a pesar de jugar como amateurs han sobresalido y trascendido como auténticas leyendas del fútbol netamente tehuacanero.
Por ello creo que es importante iniciar el rescate de la historia de este deporte, y qué mejor que hacerlo a través de sus mismos protagonistas, de aquellos que con la ilusión de emular a los grandes ídolos del fútbol nacional e internacional, destacaron jugando para equipos locales en campos de tierra y de manera casi rudimentaria; pero considero que ello no les restó mérito alguno a la consecución de sus afanes.
Francisco Jiménez Medrano en 1960 ocupando la portería del equipo Catania, que era patrocinado por don José Blangiardo.
En esta ocasión presentó a un personaje, que a mi juicio, fue parte de esa pléyade de futbolistas que merecen estar en el cuadro de honor de este popular deporte; me refiero a Francisco Jiménez Medrano, que fue conocido en el medio futbolístico como Paco El Elegante.
Con una disposición inmediata y una franca sonrisa aceptó con agrado concedernos una breve charla en la cual nos relató muy a su manera las vicisitudes que sorteó para llegar a ser futbolista, y sobre todo, para permanecer vigente por muchos años y convertirse en un excelente guardameta, cuya trayectoria afortunadamente ha sido reconocida.
“Nací en la ciudad de México el 21 de enero de 1938, aunque a los dos o tres años de edad mis padres, don Francisco Jiménez García y doña Ángela Medrano Palacios, me trajeron a vivir a Tehuacán, ya que mi madre es nativa de esta bella ciudad y aquí teníamos varios familiares, entre ellos don Crescenciano Medrano, quien fue dueño de la famosa botica Cruz Roja, que se encontraba a espaldas del Palacio Municipal, sobre la calle 3 Sur”
Añade: “Fui el primogénito de cinco hermanos, Lidia, Carmen, Antonio y Socorro”.
Paco (de negro y de perfil), con sus compañeros del Deportivo Español, recibiendo el trofeo de Campeón de Campeones de manos del presidente municipal Isaac Gómez Jiménez
Paco hurga entre sus primeros recuerdos infantiles y con un halo nostálgico nos dice que sus estudios párvulos los realizó en una escuelita que se ubicaba sobre la hoy avenida Independencia Oriente, “adelante del sanatorio del doctor Mejía Castelán, después almacenes Río Blanco y Milano”, precisa. Eran sus dueñas las señoritas Eduviges y Guadalupe del Valle, quienes con paciencia y dedicación le enseñaron las primeras letras.
Su primer contacto con el fútbol ocurrió cuando contaba con 11 años de edad. “Me inscribí en el equipo Coronita que patrocinaba don Aquilino Sánchez, dueño de Ron Cubacaña, quien contrató como entrenador a Carlos Aguilar, quien había sido jugador profesional del equipo Atlas de Guadalajara”
Fue Aguilar quien observó las cualidades de Paco para desempeñarse como portero, y de inmediato lo colocó bajo los tres palos (entonces las porterías aún eran de madera); durante los entrenamientos practicaban en el campo de beisbol Victoria. “En el equipo Coronita recuerdo que tuve como compañeros a Juanito López, Kika Jalife, Febronio y Sergio Sánchez Wuotto, Pucha Santiago, el viejo Coeto, la Cocinera, etc. Jugábamos en el campo de tierra de Peñafiel y desde que empecé a porterear supe que había nacido para ser portero”, sentencia con seriedad.
Para jugar, y sobre todo para ser guardameta, nuestro personaje tuvo que acatar reglas; las primeras se las impuso su mamá: antes de irse a entrenar, tenía que barrer y asear el patio de la casa; antes de jugar, asistir a la escuela, cumplir con sus tareas y obtener buenas notas. “Estudié la primaria en la Escuela Agrícola Industrial, de primero a quinto año, y la terminé en el colegio particular Zaragoza de los recordados hermanos de la Lanza Gracida”.
Su padre, por cuestiones de trabajo, tuvo que regresar a la capital del país, por lo que Paco muy a su pesar tuvo que dejar Tehuacán cuando había terminado su instrucción primaria para estudiar en una escuela técnica bancaria. Después, y dado el apremio económico que privaba en la familia, entró a trabajar en la fábrica de loza La Favorita que producía los famoso platos de cerámica que tenían impresa una rosa. Ahí estuvo un par de años hasta que su familia le comunicó que debido a que su mamá le afectaba la altura de la ciudad de México, regresarían a Tehuacán a vivir.
Nuevamente instalado en esta ciudad, fue buscado por sus compañeros y amigos del fútbol para jugar esporádicamente en el equipo Catania, que era propiedad del señor José Blangiardo, caballero de ascendencia italiana que aquí radicaba.
Poco tiempo después, contando con escasos 17 años edad, Francisco Jiménez ingresó como guardavallas insustituible del equipo Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM). “Con ellos viví tiempos de verdadera gloria, ya que fuimos campeones de liga, de copa y campeón de campeones”, nos dice emocionado al recordar cómo prácticamente volaba de poste a poste para detener los embates de los delanteros rivales. “Yo creo que mis habilidades como portero ya las tenía desde chiquillo, aunque claro, las enseñanzas de mis entrenadores las perfeccionaron”, reconoce con su acostumbrada sencillez.
Al preguntarle sobre los nombres de algunos de sus compañeros en el equipo ACJM, reflexiona un momento para recordarlos: “Este equipo lo patrocinaban los hermanos José y Vicente Herrera; y recuerdo como compañeros a Raymundo Alavés Victoria, a Wulfrano Méndez, quien trabajó en Correos y su papá repartía leche; a Enrique Ajuria y también a Isaías Franco, a quien le decían el charifas porque era hojalatero”.
Paco jugó un par de años con la ACJM, con quien ganó todos los títulos que se disputaban en ese entonces en el balompié tehuacanero, asegurando que nunca tuvo que comprar su uniforme de portero, ya que sus respectivos equipos se lo proporcionaban, justificando de esta manera su buen desempeño bajo los tres palos.
Después de estar con los acejotameros se fue a jugar al Deportivo Español, un equipo que sostenían miembros de la colonia española radicada en esta ciudad. “Los socios que recuerdo eran los señores Alonso, los López Sierra, los Setién. Fuimos campeones de copa y campeón de campeones. Recuerdo con agrado a Fermín Enecoiz, un verdadero tigre del área, incluso fue campeón goleador de la liga”.
Su gallardo estilo para vestir el uniforme de portero le valió adquirir el nombre de Paco El Elegante, ya que casi siempre utilizó el suéter, playera y pantalón corto de color negro, emulando al legendario portero ruso Lev Yashin, mundialmente conocido como La Araña Negra.
Y como ya íbamos casi a la mitad de la plática, le lancé la pregunta que quería hacerle desde el principio: ¿Por qué el nombre de Paco El Elegante? Mirándome fijamente, con una expresión que denotaba que no le molestaba el cuestionamiento, me dijo sin chistar: “El mote me lo puso don Luis Alonso, allá por el año 1958 o 59, durante el convivio que organizaron los dueños del Deportivo Español para festejar la consecución del campeonato; al pasar frente don Luis, y cómo usaba mi uniforme todo de negro, me dijo: Oye Paco qué elegante vienes. A partir de ahí todo mundo empezó a decirme Paco El Elegante”.
Añade respecto a este evento: “La fiesta fue en Casino Español (después llamado Círculo Español) que estaba en la calle 1 Sur y era administrado por el señor Vivanco, antecesor del famoso Carlos pitito Arenas; recuerdo que el maestro de ceremonias fue don Raúl Gómez Jiménez y la actuación de un grupo de gaiteros y bailadores de la jota”. El Deportivo Español posteriormente adquirió el nombre de Círculo Español, donde nuestro personaje continuó jugando como portero con su uniforme en negro que emulaba la elegancia del legendario cancerbero ruso Lev Yashin, conocido como “la araña negra”.
Siendo un hombre emotivo y de excelente memoria le pedimos que nos compartiera alguna de las muchas anécdotas que vivió durante su trayectoria como futbolista. Escudriñándome con su vivaz mirada, puntualiza: “Pues efectivamente tuve muchas, pero la verdad nunca me ha gustado vanagloriarme de ellas. Me da pena, y no es falsa modestia, pero así soy y creo que nunca cambiaré. Sin embargo, te diré que cuando tenía como 13 años, me llamaron para jugar como portero suplente del equipo Deportivo Peñafiel, que era el de mayor prestigio en esa época. El titular era un joven al que conocíamos como El Chapeado, quien un día se enfermó y el entrenador no tuvo más opción que meterme en su lugar. Después del encuentro –el cual ganamos- el público me despidió con una fuerte ovación”.
Deportivo Peñafiel. Vemos de pie a Rodolfo Tobón, el Teto, Barragán, Alfredo Camargo, Paco El Elegante y Pedro Castañeda; en cuclillas, Agustín Cerda, Gilberto Martínez Gutiérrez, Carlos Quiroz, El Oaxaco, Arnulfo Flores y El pollo
Hace una ligera pausa para retirarse los anteojos de sol que porta, y añade: “En el segundo partido, me encontraba en las tribunas del campo de tierra Peñafiel esperando el inicio; el público empezó a corear mi nombre pidiendo que yo parara; El Chapeado dejó la portería y me hizo bajar de la tribuna diciéndome: chamaco, te has ganado a ley el puesto, tú debes estar en la portería; un gesto sólo digno de todo un caballero, el cual lo recordaré siempre”.
En aquel tiempo los equipos jugaban con balón de cuero, los zapatos tenían tachones del mismo material con clavos en la punta, por lo que cuando los balonazos y las barridas llegaban a causar lesiones que, aunque no graves, si dejaban huellas visibles al termino de cada encuentro. Paco, como portero, utilizaba siempre suéter y playera de cuello alto, pantalón corto y guanteletas, todas en color negro.
Interrumpe la charla para aclarar: “nunca utilicé número en mi playera; los demás porteros portaban el uno, pero a mí nunca me gustó usarlo, además de que nunca me lo exigieron. También recuerdo que en mi época de portero se compraban artículos deportivos en la tienda del señor Kuri, en el Portal (Hidalgo); en la señor Sierra (Edgardo), en la avenida Reforma (Norte); y después abrió la don Pedro Dapa”
Paco también jugó con el afamado equipo Deportivo Peñafiel en dos épocas; en la primera lo hizo a los 13 años como portero suplente, teniendo como entrenador a Rodolfo El Flaco Tobón; en este equipo tuvo como compañeros a los hermanos Héctor, Federico y Enrique Renero. También rememora a Juan Bezares, oriundo de Barcelona, España, cuyo padre era dueño de la fábrica “Galletas Bezares”, que se localizaba en la colonia Villagranadas.
Después de que regresó a Tehuacán, ya siendo adulto, jugó como titular en el Deportivo Peñafiel, que era dirigido por Enrique Mosqueda. “Cuando jugué en el Peñafiel recibí el apoyo de directivos de la empresa, en especial de don Ángel López Meza, quien me autorizó la compra de equipo deportivo de primera línea, diciéndome que a quienes hacían brillar el nombre de Peñafiel, se les apoyaba y reconocía, porque como éramos jugadores amateurs no podíamos cobrar sueldo, sin embargo a muchos les daban trabajo en la embotelladora o las oficinas para recompensar el esfuerzo que hacían en la cancha”.
Paco Jiménez Medrano recibió merecido reconocimiento del gran futbolista profesional Paco Uribe, orgullosamente tehuacanero, quien jugó en el famoso equipo Águilas del América
Nuestro personaje también jugó a préstamo con el equipo Garci-Crespo para participar en un torneo relámpago en la ciudad de Oaxaca contra equipos locales. La oncena tehuacanera la conformaban entre otros Carlos Ortiz, Héctor y Enrique Renero, Higinio Castañeda y El Charro.
El Elegante nos regala esta interesante anécdota relacionada con este torneo: “El partido por el título lo jugamos contra el equipo Maderas y Triplay de Oaxaca, sus jugadores eran muy buenos, pero a pesar de ello nos esforzamos para darles pelea y el juego estuvo tan cerrado que nosotros anotamos el primer gol, pero al minuto 88, y cuando creíamos tener el triunfo en la bolsa, el delantero del Madera superó a mi defensa Héctor; yo me lancé a los pies del oaxaqueño, pero no se cayó y continuó hacia la portería, y cómo estaba ante su público, en un afán muy protagónico en lugar de anotar el gol del empate se paró en la línea de gol buscando la ovación de su público, situación que aproveché para quitarle limpiamente el balón y evitar la anotación. Los aficionados se quedaron mudos; así ganamos y nos trajimos un bonito trofeo”.
Dos grandes de la portería: Paco El Elegante y Pablo Larios; el primero destacó a nivel amateur y el segundo en el profesional, jugando con grandes equipos como Cruz Azul y Puebla
La trayectoria futbolística de nuestro personaje no se limitó a Tehuacán, ya que también jugó en equipos de las ciudades de México, Puebla y Tampico. Además, fue dos veces seleccionado por Tehuacán. La primera fue cuando militaba en el Deportivo Español. “Mis compañeros y tu servidor queríamos a toda costa formar parte de la selección del Estado de Puebla que jugaría un torneo a nivel nacional”.
Pero para ello primero tenían que sortear varios obstáculos. El primero era conseguir el pase al nacional jugando a visita recíproca contra los poblanos. La selección Tehuacán demostrando su superioridad derrotó en ambos encuentros al seleccionado de la capital del Estado; pero los directivos poblanos en clara represalia por haber perdido, no les avisaron de la fecha del partido en la ciudad de México, ni les mandaron sus respetivos uniformes por lo que no pudieron participar en el encuentro. Al final la selección de la Puebla fue la que acudió al torneo, “pero hubo justicia divina porque los eliminaron de inmediato, aunque a nosotros nos vieron la cara y eso nos dio mucho coraje”.
Pero la vida es cíclica y cuando cumplió los 31 años de edad Francisco Jiménez Medrano decidió retirarse del fútbol, ya que “era tiempo de atender asuntos personales. Casado con Noemí Celio Castellanos, formamos una bonita familia que complementamos con mis hijos Roberto y Angélica Nayeli. Regresé a la ciudad de México donde empecé a trabajar en una empresa que el señor Zeferino Romero Sánchez tenía en el mercado de La Merced, dedicada a la venta de pollo; ahí estuve once años; después trabajé en otras empresas. En total estuve 30 años fuera de Tehuacán”.
Paco volvió de nueva cuenta a Tehuacán contando con 61 años de edad y aunque ya retirado de las canchas, continuó ligado a este deporte siendo gran aficionado de hueso colorado de las Chivas del Guadalajara, además de participar en diferentes actividades relacionadas con el fútbol local, y sobre todo con lo referente a la posición que jugó toda su vida: la de portero.
Jugadores de la Selección Tehuacán. Entre ellos vemos en primer término a Gilberto Martínez Gutiérrez, cuyo nombre lleva una Preparatoria de esta ciudad; Paco El Elegante, Jorge El Coco Rodríguez y a otros miembros de aquella legendaria oncena.
Para finalizar esta charla e invadido de profunda emoción nos dice: “Nací en la capital del país, crecí en Tehuacán, y el tiempo que me tocó vivir en esta maravillosa ciudad me enseñó a amarla y respetarla, porque aquí hay gente buena y bonita; tengo muchos amigos y la verdad quiero pasar aquí mis últimos días”.
Francisco Jiménez Medrano, hombre de fútbol, lleno de emotivos recuerdos y poseedor de un excelente carácter es, sin duda alguna, un digno miembro del que podemos llamar Salón de la Fama del Fútbol de Tehuacán; sus facultades para volar de poste a poste custodiando la portería, su disciplina y su cariño por este deporte así lo determinan.
Paco El Elegante… una leyenda viviente del fútbol tehuacanero.