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EL TEHUACÁN INEXISTENTE.


La fisonomía nuestra ciudad ha cambiado notablemente en las últimas décadas. Su transformación para unos ha sido positiva, aunque para otros el crecimiento urbano ha sido tan desordenado que no hay uniformidad en las edificaciones que hoy se construyen cuando menos en el perímetro que ocupa el primer cuadro.

En el último tercio del siglo XIX se levantaron inmuebles que al paso de los años dejaron testimonio de su señorío y le dieron homogeneidad y belleza a la imagen urbana, logrando armonizar los espacios públicos que, sobre todo, reflejaban nuestra identidad cultural.

Casi al final de la cuarta década del siglo XX se inició la introducción de nuevas corrientes arquitectónicas con la presencia del arquitecto Alfredo Olagaray, quien se encargó de cambiarle el rostro urbano a Tehuacán. La picota dio cuenta de viejas casonas del centro citadino para dar paso a grandes y modernos edificios como el cine Reforma, el hotel México, el edificio Covadonga, Aguas de Tehuacán y varias residencias particulares que aún se encuentran en pie.

En la década siguiente Tehuacán cambió sustancialmente su fisonomía urbana. En el primer cuadro las casas de un piso y con sus fachas encaladas de blanco empezaron a desaparecer. Estos cambios ocurrieron de manera tan abrupta que su momento se mencionó que se había sacrificado la imagen urbana por criterios simplemente funcionales y muchas veces heterodoxos, atentando contra la estética del paisaje citadino.

Por ello consideramos que en nuestros días se debe regular la construcción de inmuebles y aplicar llanamente el plan de desarrollo urbano municipal a fin de evitar que nuestra ciudad siga convirtiéndose en un incomprensible muestrario de diversos estilos arquitectónicos.

Sin duda la solución es responsabilidad de todos, y particularmente de autoridades, propietarios de inmuebles, arquitectos y constructores, quienes deberán conjugar esfuerzos para evitar se continue con el deterioro de la imagen urbana de Tehuacán.

Y como reza el dicho: “una imagen dice más que mil palabras”, presentamos algunas fotografías de edificios que formaron parte de aquel Tehuacán nostálgico, romántico quizás, pero que definitivamente se nos escapó como agua corriente de nuestras manos.

El pasado 25 de noviembre se cumplieron 106 años de que este bello edificio fue inaugurado en la esquina que formaban las calles 2ª Nacional y del Mesón de San Francisco (Avenidas Reforma Sur e Independencia Poniente). Sus primeros dueños fueron Eleuterio Benito y Jacinto Coronas. Desde entonces engalanó esta céntrica esquina hasta que en los años setenta la picota se encargó de destruirlo para acabar con los pocos edificios verdaderamente valiosos con que con que contaba aquel Tehuacán hoy inexistente

Otro edificio admirado por propios y extraños fue sin duda el del teatro Maza, inaugurado el domingo primero de abril de 1899 en la entonces calle de las Damas, actual 3 Norte. Muchos nos seguimos preguntando cómo es posible que los tehuacaneros del siglo antepasado tuvieran un teatro así y hoy no podemos contar con un auditorio de medio pelo. El Maza forma parte de ese Tehuacán inexistente

El Casino fue inaugurado en 1893. La fotografía fue impresa más o menos en el año de 1906, por lo que seguramente así era su apariencia original. Su construcción era algo austera, acorde a la época, pero sin duda le daba vista y vida al centro de la ciudad, sobre todo porque se encontraba frente a la Plaza de la Constitución, después nombrada Parque Juárez. Al paso de los años al edificio se le fueron haciendo cambios, como quitarles los balcones para construir locales comerciales y al interior se hizo una pista de baile, una mesa de boliche, billares y al fondo una cancha para practicar frontenis. Es sin duda otro edificio emblemático del Tehuacán inexistente.


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